Kunitsune
Sabía que el destino
a nadie reconoce,
que puede rasgar de un tajo
nuestra escena,
y abandonarnos solos
en un campo baldío.
Sabía que el amor
no dura más que un día,
un día de horas largas
y olor a adormidera.
Sabía que su muerte,
la de todos,
sería alguna vez,
un drama que no acaba
cuando cierras los ojos.
Lo sabía y no quiso
negar tres veces
el canto de los pájaros.
A pesar de la indiferencia,
y el desprecio,
a pesar de la muerte,
seguía enamorado.
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