martes, 23 de noviembre de 2010

Emiliano de Lucas Matarranz. Levadura

Levadura

Amaso las palabras con la fuerza de mis puños
y el arte que aprendí de mis mayores,
pero algunos días la levadura me traiciona,
y en la artesa se malogra el poema a medio hacer.
Rebobino en mi mente las acciones,
por si encuentro las causas del error;
todo está bien, e hice lo correcto:
harina, agua y sal,
en las justas proporciones.
¿Por qué un vástago deforme?
¿Por qué un discurso sin sentido?
De nuevo vuelvo atrás sobre mis pasos,
y pregunto quién me dio la levadura:
mi vecina, que la recibió de la suya,
y ésta de un familiar, al que se la cedió
no recuerda quién ni cuándo,
hace de todo una eternidad
con muchas lluvias de por medio.
¿Acaso no fermentó la masa,
se malograron los versos en la tinta?
La levadura..., se habrá descompuesto,
es tan aneja, tantos paladares
agregaron sustancia a su sabor,
tantas mentes la han llamado suya,
que nos ha dado un pan insípido,
un pan como unas hostias.

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