martes, 23 de noviembre de 2010

Carlos Israel. Benedetti va a morir

Benedetti va a morir

Campos de centeno micotóxico devorados,
la cabeza vuelta hacia afuera hastiada.
El vientre rotado a lomo retorcido de un gorrión
con el piar desde el ombligo hasta el levante
en el intento por resonar y sonar hasta aplastar
este cráneo invertido en la musicalidad del momento.
La estalla del aleteo en las paredes externas,
sordas, de este gran grano tan pesado:
atestigua nada servible como el pan sin circo: no hay león.
Resbalo al fin el peso del aire sin pelos en la piel,
impelido bajo el manto gris que no oculta mi aroma desmedido,
ni soporta una noche más, en tal tipo, semejante planta.
Y desciendo,
a la velocidad de estas claras luces que atenúan así.
Un viaje al suelo lento y suave, y por ello, fou, tormentoso.
Porto pero no abro el paracaídas deshecho de poemas,
vértebras impactando en el quebranto desplazado,
crujen removidas las costillas de otro feo tronco.
Y ríe agudo el gorrión ahí arriba ya con otro de mi especie:
"Zwitsch, zwitsch, zwitsch, zwitsch."

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