martes, 23 de noviembre de 2010

Juan Francisco Molina Jiménez. 29


29

Me miró y me robó la cartera que no llevaba
Sentí chorros de agua al infinito rodeándome,
Sometidos a la geometría
Pero aún así agua bulliciosa y viva
Muy capaz de susurrar a través de las paredes

Acaricia mi barba hasta ocultarte en ella
Recorre mi piel hasta el nudo de mis dudas
Deposita tu respiración donde pueda tocarla
No digas nunca más una verdad. ¿Para qué?

Imaginé que mi temblor se extendía por el suelo
Transmitiendo mi desazón por toda la tierra
Temí que la tierra me lo devolviera
Y apreté los ojos
Traté de retener el instante en un gesto inútil de mi mano
Una concesión a la mirada frágil de mi autoestima
Se acercó sonriendo y mitigó el temblor
Pero las hojas doradas de los álamos continuaron bailando

Toma mi mano que palpa el corazón de los relojes
Mi mano por tu sonrisa
Mis dedos en tu pelo para no salir jamás
Tu sombra vence a mi sol
Con sólo una mirada oblicua
Cierto, dijiste “guardé el secreto hasta que ya no pude respirar”,
Y tu voz cambió el color de mi cielo.

Imaginé una banda de música persiguiéndote por la ciudad
Y toda la gente te anhelaba
Y todas las puertas se abrían reclamándote
Y todas se me cerraban como si yo fuera viento
Y la noche voló, llevándote dentro.

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