, declaración
en el entarimado
de tus ojos veo
agua licuada de afecto,
por tus manos enhebradas
y lima, pasan
el aire y miel,
en el deseo ventricular
de tu apodo, me bajo
a mirar lo que trasluce,
en la encrucijada de
tus pechos pongo oído
a tu enigma,
y me reconforta tu
vientre iliaco, sosegado
y dulce,
así pues, en mis sienes
el pálpito justo
hacia ti,
en tus pies el camino
tácito al que
me acojo,
déjame, por eso, serte
hasta el límite de
tus noches.
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