Hoy apenas pasan cosas
el cielo está hecho de calor y miedo
pequeñas voces y grandes suspiros.
Pero la vida hierve como el incesante
movimiento de una hoguera de domingo.
La calle se llena de gente que sonríe
convocada por los paisajes del pasado
las puertas de las casas se adornan de noche
sin luna
mientras los hombres de mi pueblo
consumen su calvario.
Se trata de obreros flacos y grises
vestidos de vida negra
y corazón de pana
arrugas de la frente y el alma.
Las mentiras grandes se comen a las pequeñas
y crece el desánimo entre los comunistas
supervivientes porque el mercado existe
dicta el amanecer del sol, las guerras civiles
y el precio de los cuerpos.
Se ríe de las intenciones inhumanas
y finge el amor de las muchachas.
En eso consiste.
No se suicidan los banqueros
y los pensadores mueren de inanición
en pleno temporal capitalista,
cuando todos tenemos un huracán de acero
esperando entre los puños
donde vigila el odio.
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