martes, 23 de noviembre de 2010

Agustín Sánchez Antequera. La casa del poeta

La casa del poeta

El arroz alimenta a la humanidad.
Desde Indonesia a Cuzco cada gota de lluvia ha ido hilando el fino paisaje de hebras y plata.

La humanidad se alimenta de arroz. 
Los campesinos hunden sus manos en las grietas de su destino, sacan oro del hambre para sus hijos. Desde el Yant-se a Camboya el blanco porvenir colma los cuencos de una sonrisa alargada, el blanco sereno de no temer la noche. Los braceros y los porteadores pisan el charco abandonado de los monzones, gritan y acuerdan, negocian llegar hasta el fin del mundo con su estela de guisantes.

El arroz es el pan de los pobres que no tienen pan. Los poetas discuten en la cocina sobre la conveniencia del wasabi en el borde del plato. Yo soy quien no sabe pintar su plato. Pero asiento a mis padres mágicos como quien agradece el largo camino de la hormiga blanca, las lluvias y las conjunciones del agua, las manos cansadas de amasar los días y las noches del pan de los pobres. 

El maestro ha dicho: ven, siéntate a cenar con nosotros, no tengo mucho pero te ofrezco el arroz que comparto con tantos otros. 

Así se hizo. Y así fui aceptado en la casa del poeta.

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