Mutilaciones I
Precisa, seca, saliente
como un montón de hormigas rojas
desfilando
impávidas
en algún suelo, en África,
bajo la impiedad y el sol que sirve de excusa para todo
Embrutecimiento.
Ceñuda, sañosa, ciñendo
como un carancho u otra ave ejerciendo cetrería
poderosa
destructiva
de más alcurnia e igual
altura sobre un aire final de inminente
Encogimiento.
Triste, ciego, recurrente,
como un tic en la cara del mendigo
punido
vaciado
del lastre agradable de una historia
saturado de prospectivo y perspectivo
Enterramiento.
No había previsto la traición de esa forma cortante que se enrollaba tal vez por indulgencia, por inopia o a lo mejor, simplemente, para no molestarse en ocultar cosa alguna.