Los canales de Ámsterdam no llevan agua, no,
son zanjas de una belleza verde y dañina que vigilan con malicia líquida,
pero son tan tentadores que casi todos se asoman a sus acantilados en agonía.
Están vacíos. Los llenan la locura de pobres de nosotros,
la química devastando los jardines del cráneo, y qué más da,
el speed, la libre fiebre en la que caer hasta mañana, o hasta nunca
(una incógnita seductora: ¿mañana despertaré?).
Los llenan las risas de artificio, en plena crecida salvaje
cauce de éxtasis te desbordas. Solo esta noche… te lo prometo.
Vamos hasta el final, no oigo el rumor del agua,
no veo, no quiero, déjame en paz voluntaria y apagándome,
¿Quién eres? cocaína, taza triste cocaína: mentira que bien me tratas.
TÚ conseguiste cogerte en el último momento a un cisne en verso
cuando te asomaste para ver tu reflejo y caíste:
le susurraste un escondite en la lejana saeta de Alejandría y te llevó.
Otras veces, los patos andan sobre el canal congelado
y pisan la vida de tantos y tantas…
Otras veces, los patos andan sobre el canal congelado
ResponderEliminary pisan la vida de tantos y tantas…
esta imagen me parece preciosa!