SOLOS.
Arrástrate
suplicando clemencia
al que juzgará
al final de los tiempos.
Hinca tu rodilla
ante su omnipotencia,
y ruega que acabe
tu cruel sufrimiento.
De nada valdrá
que grites al cielo,
hace muchos siglos
que nos olvidaron.
La cera cubrió
sus castos oídos,
no nos tenderán,
de nuevo, las manos.
Ahhhh, precioso
ResponderEliminarAl final valdrá la pena, después de haber disfrutado de trozos de hermosura encapsulados en versos.