Puertas
Te vas y me pregunto:
¿cuántas veces se puede cerrar la misma puerta?
Cuál el número exacto de portazos
para que se descuelgue de sus goznes
y quede al fin cerrada. Para siempre.
Una vez en la vida,
como dicen del cielo o el infierno,
o quizá tantas como las palabras
que encierra este poema
o más, como la arena o las gotas o la hierba.
Quién puede asegurar
que no será ésta la última,
la que haga de la vida una mazmorra.
Te vas y yo te pido
que cierres, por favor, muy lentamente.
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